lunes, 25 de enero de 2010

Las polarizaciones, los almuerzos, las hojas de apuntes, la velocidad de acción-reacción, la automedicación contra los dolores de cabeza incurables, los bostezos, las llamadas perdidas y encontradas, los "hoy tengo valor para ir a apuntarme al curso de escritura creativa" y que ese valor nunca aparezca. Los "como eres mujer no sabes conducir", las miradas que lo dicen todo, y ese todo es lo que siempre intentas evitar, los ceda el paso, las rotondas. Los "te quiero ver y no puedo", los mensajes que no dicen nada claro, y los que lo dicen pero con demasiada claridad ,los "siento no estar ahí", los "nunca estás cuando te necesito" que no son ciertos porque sigo aquí, los "no quiero que seamos amigos", los "al final no puedo ir", los "es que estoy en la biblioteca". Los "he dicho que no iba a quererte más, pero te sigo queriendo cojones", los "te echo de menos a rabiar".Los "el día que te eches novio te deberá querer mucho porque eres muy desordenada" Pues sí mamá, pues sí, lo soy, y también me he echado novio, y ¡voilà! me quiere con los vaqueros en el suelo, o con ellos en el armario ¿Sorprendida?. Los recuerdos que ya no recordabas. Lo que duele que ni siquiera sentías. Los "me muero de ganas de decirte que te voy a echar de menos" pero nunca acabo haciéndolo. La frialdad que finalmente pongo a ciertas cosas o situaciones. Lo que quieres pero no tienes. Los abrazos que deseas pero por vergüenza o quizás por falta de momentos, no los pides. Los "tranquila, respira hondo..." Cuando ese respirar hondo, en ciertas ocasiones, solo sirve para ahogarte un poco más.

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